
Según el diccionario, “Simpatía” es una comunidad de sentimientos, es decir, tener sentimientos en común. Es, también, el modo de ser de una persona, el cual le hace agradable ante los demás y produce una inclinación afectiva. La simpatía está llena de emociones y sentimientos, pero tal vínculo no incluye ninguna especie de compromiso.
La Iglesia Cristiana es, por así decirlo, simpática: son muchos los que se sienten atraídos hacia ella por una especie de identificación con valores como “lo bueno” o “lo bello”, pero no porque deseen establecer alguna relación estable, firme o comprometida. Así es nuestra iglesia: está llena de muchos simpatizantes y de pocos discípulos verdaderos. Para Jesús no es importante que muchos le digan “yo te sigo” sino que, quienes lo decían, lo hagan íntegramente y con buenas motivaciones, que sus seguidores tengan una buena razón para seguirle.
